El fútbol argentino está sufriendo una transformación en los últimos años. Una transformación comepleja y lenta, pero que poco a poco es posible gracias al constante esfuerzo del mundo que lo rodea. En medio de tanta pasión, es difícil emprender un proyecto tan ambicioso como destruir el fútbol en un país que come, respira y duerme fútbol.
Esto es posible gracias a los 'inadaptados de siempre'. Pero no nos confundamos, porque los inadaptados de siempre son todos los que son parte del fútbol, pero no son fútbol. No juegan, no son hinchas...y hasta dudo de que realmente les guste el fútbol: Dirigentes, políticos y afines. Claro que tienen su fuerza de choque, el cuerpo del delito: Un puñado de personas dispuestos a casi todo si se los 'incentiva' correctamente: Los barra bravas.
Poco a poco están logrando lo imposible. Ya todos saben que ir a la cancha se transformó en algo que hace tiempo no es para 'la familia'. Ya nadie cree que los campeonatos se definen dentro de las canchas. Y pocos creen que los barra bravas actúan por cuenta popia, sin ninguna 'ayudita' adicional.
Adaptando la famosa frase de sor Juana: Julito necio, que acusás a los hinchas sin razón, sin saber que sos la ocasión de lo mismo que culpás.
